lunes, 31 de octubre de 2011

MARBELLA

Autora: Gloria Saldívar

El suéter amarillo reposaba en el extremo izquierdo del sillón. La habitación desnuda de cortinas se dejó bañar por la noche.  Dos largas piernas color violeta se colocaron en paralelo (excelente estrategia para distraer al ojo de arañasvenas que protestan su silencio de 45 años). La mujer de pelo azabache,  zapatillas verdes y modales distraídos camina ahora dispersando vapores de coñac y un aliento de humo que desafía las rosas al centro de la mesa:

           -Cada rosa me recuerda una ciudad, una cena, una cama, una nota de Traviata y un adagio a cuatro piernas con pausa al amanecer

 El suéter amarillo voló al respaldo de una silla y descubrió dos cuernos de marfil simétricos, cada uno perfilándose en cinco puntas sangrantes.

         - ¿Cuántos litros de barniz requiere una mujer en su vida para creerse rosa inmarchitable?- se pregunta Marbella mientras aprecia en sus uñas el color de los amantes muertos, de las menstruaciones melancólicas que la dejaron anémica.

Un vestido azulejo transita alrededor de la mesa, las puntas de marfil rechinan contra la madera hasta robar una flor:

         -Somos del color de cada espectro que atraviesa un prisma y se proyecta en nuestro cuerpo-  recita la mujer de ojos marrón al beber el último sorbo de coñac.

El sol se anuncia en el este, la luz que perfora las ventanas ciega cualquier mirada. El suéter amarillo huye tras la espalda de una dama invisible.

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